UNA COBIJITA DE AVE MARÍAS

ADVIENTO 

INICIO DEL AÑO LITÚRGICO



San Francisco de Sales admiraba mucho la persona de San Carlos Borromeo, pues decía que era la imagen viva del "Buen Pastor".

En una de sus Cartas Pastorales, San Carlos exhorta a sus feligreses en el Santo Tiempo de Adviento de la siguiente manera :

El Adviento es para prepararse a recibir al Hijo de Dios, que del seno de su Padre viene a la tierra para conversar con nosotros; por tanto, es necesario que todos los días de adviento quitemos algún tiempo a las demás ocupaciones para meditar en secreto:

- ¿Quién es el que viene?

- ¿De dónde viene?

- ¿Cómo viene?

- ¿Quiénes son los hombres por quienes viene?
y por fin...

- ¿Cuáles son los motivos y cuál debe ser el fruto de su venida?

Es necesario prepararse a recibirle deseando su venida tan ardientemente como lo han deseado los profetas y los justos del Antiguo Testamento, purificándonos por la confesión, el ayuno y la comunión sacramental.

La excelencia, la santidad y la celebridad de la Navidad piden, con razón, una preparación tan grande y una vigilia tan larga, que exhortamos a ayunar algún día de la semana según la devoción de cada uno y a distribuir con abundancia socorros y limosnas entre los pobres, pues la caridad del Padre eterno nos dio y nos da aún, todos los años, a su propio Hijo como un tesoro infinito de todos los bienes y como una fuente de gracias y misericordias, que es preciso aplicarse más que nunca a las buenas obras y a la lectura de los libros piadosos.

Es necesario disponerse de tal manera para este primer advenimiento del Hijo de Dios, que pudiésemos esperar su segundo advenimiento sin temor, sino con aquella confianza y aquella alegría que acompañan siempre a la buena conciencia.

Siguiendo los consejos del Santo Arzobispo de Milán, preparemos nuestro corazón y unámonos a nuestras Hermanas Salesas en la devoción de las "Mil Ave Marías" que cada año entregan a la Virgen Santísima en la Nochebuena para cobijar a su Santísimo Hijo, repitiendo diez Ave Marías después de cada invocación:

1. Bendita sea ¡oh María! la hora en que fuiste escogida para ser Madre de Dios.

2. Bendita sea ¡oh María! la hora en que diste a luz a Jesús, Hijo de Dios.

3. Bendita sea ¡oh María! el momento en que diste la primera caricia Jesús, Hijo de Dios.

4. Bendita sea ¡oh María! la hora en que diste el primer alimento a Jesús, Hijo de Dios.


Y cada vez que se desee la Jaculatoria:

Yo os adoro, Divino Verbo Encarnado, por mi amor abatido y humillado, en el seno de María, en el Pesebre de Belén, hasta el oprobio de la Cruz y en el Santísimo Sacramento de vuestro amor.

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