DE LA IMITACIÓN DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS - IX
LA IMITACIÓN DEL SAGRADO CORAZÓN
La purificación del corazón
Nos hiciste para ti, Señor, y nuestro corazón estará inquieto hasta que descanse en tí...
Repitamos nuestra jaculatoria para ponernos en la presencia del Corazón adorable del Señor:
Repitamos nuestra jaculatoria para ponernos en la presencia del Corazón adorable del Señor:
Jesús manso y humilde de Corazón,
haced nuestro corazón semejante al vuestro.
Hijo mío... dice Jesús... ¡Si conocieras cuánto vale este don de Dios! ¡Si comprendieras cuántos bienes atesora mi Corazón! Verdaderamente, toda tu quietud y felicidad están en El encerradas.
¡Perpetua paz, imperturbable seguridad, gozo verdadero del alma para cuantos aman y adoran mi Corazón!
¿De qué sirven las riquezas de qué los honores y todos los placeres si el corazón no está tranquilo y satisfecho? Y el mundo todo, ¿Qué puede darnos más que inquietud y amargura de corazón?
Miserable serás, poseas lo que poseyeres hasta que no descanses en Mí, el único que te basto.
¿Qué respondes, querido Hermano, Guardia de Honor? te propongo poner en tu boca y en tu corazón palabras semejantes:
Así, Señor lo tengo realmente experimentado. Busqué la paz en todas las cosas y no he hallado sino turbación y más turbación.
Por tu bien juntamente y por el nuestro, quisiste que nuestro corazón, sólo descansara en Ti. Formaste, Señor, nuestro corazón para el tuyo, y se sentirá desasosegado e infeliz mientras no descanse en Ti.
¡Oh dulcísimo Corazón de Jesús, delicia de la Santísima Trinidad, alegría de los ángeles y Santos, paraíso glorioso de las almas! ¿Qué busco, fuera de Ti, si sólo en Ti se halla cuanto puedo y debo desear?
El cielo tiene en Ti su regocijo, en Ti la tierra su encanto, y siendo, Tú la bienaventuranza de todos, ¿por qué no has de ser la mía? ¡Sí dulcísimo Corazón de Jesús! Tú serás mi reposo, Tú mi felicidad para siempre.
¡Perpetua paz, imperturbable seguridad, gozo verdadero del alma para cuantos aman y adoran mi Corazón!
¿De qué sirven las riquezas de qué los honores y todos los placeres si el corazón no está tranquilo y satisfecho? Y el mundo todo, ¿Qué puede darnos más que inquietud y amargura de corazón?
Miserable serás, poseas lo que poseyeres hasta que no descanses en Mí, el único que te basto.
¿Qué respondes, querido Hermano, Guardia de Honor? te propongo poner en tu boca y en tu corazón palabras semejantes:
Así, Señor lo tengo realmente experimentado. Busqué la paz en todas las cosas y no he hallado sino turbación y más turbación.
Por tu bien juntamente y por el nuestro, quisiste que nuestro corazón, sólo descansara en Ti. Formaste, Señor, nuestro corazón para el tuyo, y se sentirá desasosegado e infeliz mientras no descanse en Ti.
¡Oh dulcísimo Corazón de Jesús, delicia de la Santísima Trinidad, alegría de los ángeles y Santos, paraíso glorioso de las almas! ¿Qué busco, fuera de Ti, si sólo en Ti se halla cuanto puedo y debo desear?
El cielo tiene en Ti su regocijo, en Ti la tierra su encanto, y siendo, Tú la bienaventuranza de todos, ¿por qué no has de ser la mía? ¡Sí dulcísimo Corazón de Jesús! Tú serás mi reposo, Tú mi felicidad para siempre.
Esperando que encuentres pronto esta dulce Morada, nos vemos en nuestra Hora de Guardia el día de mañana.
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