DE LA IMITACIÓN DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS - XVIII
LA IMITACIÓN DEL SAGRADO CORAZÓN
La purificación del Alma
El corazón debe limpiarse de todo pecado, aún leve:
EL PECADO VENIAL
Comencemos como todos los días, pidiendo el socorro del Amado de nuestra vida:
EL PECADO VENIAL
Comencemos como todos los días, pidiendo el socorro del Amado de nuestra vida:
Jesús manso y humilde de Corazón,
haced nuestro corazón semejante al vuestro.
Escuchale ahora...
—Purifica,
hijo mío, tu corazón de toda culpa aunque te parezca leve, y evita
cuidadosamente aun la menor mancha de pecado. No hay
razón, ni puede haberla, para cometer el más ligero pecado.
Aun
cuando se siguiera la salvación de todo el universo, no te sería lícito
ofenderme en lo más mínimo, como quiera que Yo valgo infinitamente más que el
mundo todo.
Evitan algunos los pecados graves y cometen sin escrúpulos los veniales; señal harto evidente de que más se gobiernan por su amor que por el mío. ¡Infelices! Experimentarán para su daño cómo se han engañado a sí mismos, porque quien despreciare las cosas pequeñas, poco a poco caerá en las grandes; y acostumbrándose insensiblemente a reputarlo todo por pequeño, juzgará que le va bien y llegará a cometer faltas graves sin grave remordimiento de conciencia.
Evitan algunos los pecados graves y cometen sin escrúpulos los veniales; señal harto evidente de que más se gobiernan por su amor que por el mío. ¡Infelices! Experimentarán para su daño cómo se han engañado a sí mismos, porque quien despreciare las cosas pequeñas, poco a poco caerá en las grandes; y acostumbrándose insensiblemente a reputarlo todo por pequeño, juzgará que le va bien y llegará a cometer faltas graves sin grave remordimiento de conciencia.
Guárdate,
pues, de pecado venial, si no quieres cometer pecado, mortal. Mientras
fueres indulgente con las faltas pequeñas, por todo ese tiempo pones en peligro
tu salvación.
A
muchos corazones parece cosa horrenda renovar mi muerte con el pecado mortal;
pero no cesan de amargar y afligir mi Corazón con reiteradas culpas veniales.
¡Ah,
hijo mío! Considera una y otra vez y atiende bien qué es lo que haces, pues
cuando crees lastimar mi Corazón con una herida pequeña, quizá yerres, como
acontece a muchos, y me atravieses el corazón con una herida mortal. ¡Oh
estupidez del humano corazón! Muchos temen más ofender al último de los hombres,
que a Mí, su Dios y Salvador.
Mientras comenzamos a quitar las espinas que hieren
el Corazón de nuestro Rey de Amor, te dejo hasta
el próximo domingo al pie del Santo Altar.
el Corazón de nuestro Rey de Amor, te dejo hasta
el próximo domingo al pie del Santo Altar.
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