CONFIANZA EN LA MISERICORDIA

LA MISERICORDIA DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS


LA CONFIANZA EN LA MISERICORDIA DE DIOS

SOR BENIGNA CONSOLATA FERRERO, VSM.




Maria Consolata nació en Turín el 6 de agosto de 1885 en el seno de una familia profundamente cristiana.

Desde los 11 años se había puesto bajo la dirección del Canónico Luigi Boccardo (1861-1936), hoy ya Beato, un santo y autorizado sacerdote turinés que fue su guía hasta el día de su entrada en el Monasterio.

Sabemos que en 1900, con 15 años, pronunció el voto temporal de virginidad y el Señor comenzó a elevarla hacia una dedicación total a Su Sagrado Corazón.

El Canónico Boccardo pudo también verificar, a través de su dirección espiritual, los progresos de María en las virtudes (humildad, simplicidad, dulzura…) y que le hicieron pensar que su espíritu se adecuaba al de la Orden de la Visitación.

Para examinar mejor todo lo que pasaba en su alma le pidió que escribiera un diario y María, obedientísima, aunque con repugnancia, lo hizo. Las primeras notas del diario espiritual datan del 1902. María Consolata tenía 17 años. Son páginas estremecedoras, de las que se puede deducir que ya con anterioridad a esa época su alma había sido favorecida con particulares gracias de luz interior: sentía que Jesús actuaba con ella como una madre con su hijo y que la llamaba también a sufrir por amor porque el amor se fortalece en el dolor. 

Sentía en su interior una invitación a vivir en el mundo como si ya estuviera en el claustro: sólo Dios debía ser el centro del su vida y su ocupación la salvación de las almas.

Jesús le comunicaba su “sed ardiente” de almas y la hizo también a ella “sedienta” de sacrificios y de humillaciones. Intuía que entrando en la Orden de la Visitación podría realizar su mayor deseo: hacer conocer y amar al Corazón adorable de Jesús y ser instrumento de Su misericordia.

Purificada por pruebas personales y familiares que templando su carácter la habían enriquecido en virtud, María Consolata llegó a la Visitación de Como el 30 de diciembre de 1907, tenía 22 años. Allí progresó aún más en las virtudes, típicamente visitandinas, de simplicidad, humildad, obediencia, mortificación interior y recogimiento.

Interiormente vivía en un aumento progresivo de intimidad y donación al Señor. Una vida del todo común a los ojos de los hombres mientras Jesús, que la había elegido como “Apóstol de su Misericordia”, se revelaba a ella descubriéndole los secretos infinitos de su Corazón, que la Sierva de Dios, por orden de los Superiores, fielmente transcribía en el diario.

La intensidad de su relación con Dios y las gracias particulares que recibía en su camino espiritual, hacía que le fueran necesarios consejos y dirección espiritual no comunes.

Se encargó el obispo de Como, Mons. Alfonso Archi, quien tranquilizó a la Madre y le pidió que dejara a sor Benigna Consolata un poco de tiempo para escribir y que la ejercitara en la humildad. 

Los últimos dos años de su vida fueron tal vez los más intensos: pudo confiarse totalmente con la Madre Giuseppina Antonietta Scazziga, los escritos son más abundantes también, experimentaba una creciente confianza y abandono total al Amor misericordioso, que llegó hasta el ofrecimiento del sacrificio de su vida cumplido con el consenso de los Superiores el 4 de julio de 1915, por el cese de la 1ª Guerra Mundial. 

La “Voz” misma le decía muchas veces que su vida estaba llegando a su fin y de “escribir cuanto pueda”, no para sí misma sino para las almas, haciéndose “Apóstol del Amor”…

 Un vez había confiado a la Madre: “Cuando pienso que nuestros pequeños actos de amor dan gloria a un Dios… que nosotros, pobres criaturas, podemos dar gloria a un Dios… ¡que un Dios nos permite amarlo!…”

En el mes de julio de 1616, tras 12 días de intenso y fecundo retiro, que Jesús le pidió para prepararse a la muerte, comenzó a desmejorar; a primeros de agosto se manifestó una pulmonía y tuvo que retirarse a la Enfermería.

Después de una íntima y dolorosa prueba interior expiró serenamente el 1° de septiembre, primer viernes de mes, hacia las tres de la tarde, tenía 31 años.

Tras su muerte el Señor quitó el “velo” bajo el que había tenido escondida a su “pequeña Secretaria”, las palabras del Obispo en la homilía fúnebre comenzaron a desvelar a la Comunidad qué “tesoro” les había sido confiado y en breve tiempo comenzó a difundirse la devoción a sor Benigna Consolata.

La Causa de Beatificación fue abierta en 1923 y el 1° de septiembre de 1924 sus restos fueron trasladados desde el cementerio de Camerlata, donde había sido objeto de un homenaje espontáneo e incesante, a la iglesia del Monasterio de Como, donde aún hoy personas de todas las partes del mundo vienen a rezarle y a testificar favores y gracias recibidas por su intercesión.

Santa Faustina Kowalska, tenía como libro de cabecera el "VADE MECUM" escrito por sor Benigna Consolata, como también su director espiritual el Beato P. Sopokco, el cual al fundar la Congregación religiosa pedida por Jesús a santa Faustina y puso como protectora de dicha Congregación a sor Benigna Consolata. 

También santa Teresa de los Andes y la Santa Madre Teresa de Calcuta citan a sor Benigna Consolata en sus escritos personales.

En conformidad con los Decretos del Papa Urbano VIII, indicamos que en nada se pretende, con estas notas prevenir el juicio de la autoridad eclesiástica.

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