I - PREFIGURAS - TOMA Y LEE

 

TOMA Y LEE

EL CORAZÓN DE JESÚS, EL LIBRO DE LA CIENCIA DIVINA DONDE APRENDIÓ SANTA MARGARITA MARÍA

Meditaciones 

(Primera parte)




TEXTO PARA LA MEDITACIÓN

"He aquí una mano extendida hacia mí, la cual tenía un volumen o libro arrollado." 
EZEQUIEL 2, 9.

Oh lector cristiano, a ti dirijo la palabra. Tal vez tu puedas responder a mi pregunta: 

¿Por qué razón Cristo Dios y Hombre, cuando se encontró entre los hombres, en esta vida mortal, no escribió algún libro para la posteridad, en el que hubiera consignado, de propia mano, la Ley Evangélica? 

¿Acaso, en otro tiempo, en la Ley Antigua, no se dignó Él mismo grabar, con su propio dedo, el Decálogo en dos tablas de piedra, como se lee en el Libro del Éxodo?

¿Por qué no escribió también en un volumen la Ley de Gracia?

¡Oh! ¡Cuán honrado no habría sido y adorado por el orbe cristiano semejante libro! 

Sólo una vez se lee en el Evangelio, según San Juan, que para defender a la Mujer Adúltera escribiera Jesús en el polvo unos cuantos caracteres en el pavimento del Templo: “E inclinándose Jesús escribía con el dedo en la tierra.” 

De otra escritura o libro compuesto por Cristo, guardan todos los Escritores Sagrados el más profundo silencio. 

¡Oh buen Jesús! ¿Por qué te abstuviste de hacerlo? En otro tiempo, con tu Dedo Divino, grabaste el Decálogo: ¿por qué no hiciste lo mismo con la Ley de Gracia? 

Suspendamos aquí nuestro juicio; dilatemos nuestro parecer, mientras consideramos lo que aconteció a Ezequiel Profeta, de quien refieren las Páginas sagradas que recibió de mano de Dios un volumen repleto de infinitas amarguras, intimándole la orden de que cuanto antes lo devorara, diciéndole: 

Abre tu boca y come todo lo que yo te doy… y he aquí una mano extendida hacia mí, la cual tenía un volumen o libro arrollado, y lo abrió delante de mí, y estaba escrito por dentro y por fuera, y lamentaciones y canciones lúgubres, y ayes o maldiciones era lo que se hallaba escrito en él.”

¿Cuál fue ese maravilloso Libro, amargo y dulce, y que una vez que el Profeta lo gustó se convirtió en la dulzura por que tanto anhelaba?

Comíle, pues, y hallóle mi paladar dulce como la miel.” 

Según observan los Santos Jerónimo, Bernardo, Lorenzo Justiniano y otros muchos Padres, prefiguró a Jesús Crucificado; y principalmente a su Sacratísimo y Divinísimo Corazón, que es el Libro de la Vida y de todos los Escogidos. 

Te dejo aquí, querido Hermano, Guardia de Honor para  que en tu Hora de Guardia reflexiones si, como al Profeta Ezequiel, tu también has sido invitado por Dios a degustar este maravilloso libro y si como él, has gustado su amargura y su miel. 

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