PREFIGURAS DEL AMOR DEL CORAZÓN DE JESÚS
ENCIENDE LOS FUEGOS APAGADOS
Que los sentidos me ayuden:
Aparece inflamado el Sacratísimo Corazón de Jesús, para encender luego nuestros corazones en el fuego de la caridad hacia la Sagrada Eucaristía y hacia la Santísima Pasión.
Jesús habla y me dice...
He venido a arrojar el fuego a la tierra; y ¿cuál es mi deseo sino que arda? Lc. 12, 49.
Que el alma pida luz al Espíritu Santo:
Ya en su tiempo el sapientísimo Salomón había trazado los elegantísimos contornos de esta bellísima y sana devoción al Sagrado Corazón de Jesús, y útil sobre todo encarecimiento, cuando tuvo cuidado de que se hiciera su trono "de maderas del Líbano, que son incorruptibles; cuando lo adornó con columnas de plata, con el respaldo de oro, con el techo y gradas que cubrió de púrpura; y lo que debe parecernos de todo punto digno de admiración, que cubrió el centro con cierto esmalte que inspira amor, por causa de las hijas de Jerusalén.
Así lo declara la divina Escritura. ¡Oh buen Dios, cuán admirable fue aquel trono del Monarca sapientísimo de Israel! Cada una de las cosas que componen ese trono, ¿qué quiere decir? ¿Qué indica? ¿Por qué motivo cubrió Salomón el centro de su trono con cierto esmalte que inspira amor?
Deseo que pares mientes en ello, ¡oh cristiano!
Por Salomón está representado Jesucristo, que es mayor que Salomón; por el trono, la Humanidad Sacrosanta que el Divino Verbo tomó de la sangre purísima de una Virgen, que no conoció corrupción de ninguna especie; aquella Humanidad Sacrosanta puede decirse que fue asimismo el trono sobre que reposó el Verbo Divino; por las columnas de plata se insinúan sus virtudes, a saber: humildad, paciencia, mansedumbre, fuerza, celo, inmensa ciencia y obediencia hasta la muerte, etc.
En el respaldo de oro reconocemos los siete Dones del Espíritu Santo que, según testimonio de Isaías, "reposaban sobre Jesucristo." En el techo y gradas que cubrió de púrpura fueron designados sus asiduos sufrimientos, el sudor de sangre, su sangrienta flagelación, su coronación, su crucifixión, sus llagas, su martirio y muerte.
El pasaje de los Cantares en que se refiere que el trono de la Divinidad, es decir, la Humanidad de Cristo, fue cubierto en el centro con cierto esmalte que inspira amor, como lee nuestra Vulgata, el Texto hebraico lee: su centro -del trono,- inflamado por el amor. Según Cornelio, muy acomodada y rectamente se indica el Corazón Sacratísimo de Jesús: como quiera que sea, la parte más noble, y el centro del cuerpo de Cristo, que arde y que se inflama en amor a nosotros.
En efecto: fue este Sagrado Corazón la sede propia del amor de Jesucristo, por lo que la Versión Sira lee el pasaje antes citado de este modo: su centro -del trono- fue esmaltado de amor; y el ya dicho Cornelio Alápide, celebrado en toda la Iglesia, se expresa en los siguientes términos: “El Corazón de Jesucristo, dice, era como horno ardentísimo de caridad, merced a lo cual, hallándose en la Cruz, fue intensamente abrasado, más por el amor que nos tiene, que por los dolores que experimentó.
En ella, como en un trono, fue traspasado por los clavos en el centro de las manos y de los pies, ocasionándole esto cinco dolorosas llagas; su costado fue asimismo perforado por la lanza, bañado en la sangre de sus venas, y esmaltado como con cinco encendidas y ardientes piedras a modo de granate; y arrojando de sí vivísimos esplendores, se dejó ver triunfante del pecado y de la "muerte."
Por aquí puede colegirse que Cristo Señor Nuestro nunca hizo nada en la tierra, sino lo que ya estaba anunciado en el Testamento Antiguo bajo la sombra de las figuras.
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