REGINA ANGELORUM, ORA PRO NOBIS
NOVENA A
NUESTRA SEÑORA DE LOS ÁNGELES
CON LOS ARCÁNGELES
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén
OFRECIMIENTO
Recibe el obsequio que te presentamos en esta Novena, ¡Oh Virgen Santísima! ¡María Reina de los Ángeles y Madre nuestra!
Acoge nuestras súplicas y deseos para que merezcamos bajo tu ayuda y protección llegar a la eterna bienaventuranza. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS
MARIA REINA DE LOS ANGELES
¡Oh Augusta Reina de los Cielos y Señora de los Ángeles!
Vos que, desde el comienzo, habéis recibido de Dios el poder y la misión de quebrantar la cabeza de la infernal serpiente; dignaos escuchar benigna las súplicas que humildemente os dirigimos; enviad a las Legiones celestiales para que bajo vuestras ordenes y por vuestro poder combatan a los demonios, donde quiera repriman su audacia y los persigan hasta precipitarlos en el abismo.
¿Quién como Dios?
¡Oh buena y tierna Madre! Vos seréis siempre nuestro amor y nuestra esperanza. ¡Oh divina Madre! Enviad los Santos Ángeles para que nos defiendan y arrojen lejos de nosotros al demonio, nuestro mortal y cruel enemigo. Amén.
San Miguel, Santos Ángeles y Arcángeles, defendednos y guardadnos.
(Esta oración fue dictada al Beato Louis-Édouard Cestac el mismo año en que nació la Guardia de Honor 1863. Fue aprobada y recomendada por tres Sumos Pontífices: Pío IX, León XIII y Pío X.)
MEDITACIÓN DEL DÍA 08
LOS ARCÁNGELES
Los que manifiestan cosas, las más importantes, se llaman arcángeles. De ahí que a María no se le manda un ángel cualquiera, sino el arcángel San Gabriel pues era justo que para esto viniese un ángel de los más encumbrados, a anunciar la mejor de las nuevas. Por esta razón, los arcángeles gozan de nombres particulares, a fin de que—por medio de los hombres—se dé a conocer su gran poderío (...).
Miguel significa ¿quién como Dios?; Gabriel, la fortaleza de Dios; y Rafael, la medicina de Dios. Cuantas veces se realiza algo que exige un poder maravilloso, es enviado San Miguel, para que por la obra y por el nombre se muestre que nadie puede hacer lo que hace Dios. Por eso, a aquel antiguo enemigo que aspiró, en su soberbia, a ser semejante a Dios, diciendo: escalaré el cielo; sobre las estrellas de Dios levantaré mi trono; me sentaré sobre el monte del testamento, al lado del septentrión; sobrepujaré la altura de las nubes y seré semejante al Altísimo (Is 14, 13-14); al fin del mundo, para que perezca en el definitivo suplicio, será dejado en su propio poder y habrá de pelear con el Arcángel San Miguel, como afirma San Juan: se trabó una batalla con el arcángel San Miguel (Ap 12, 7). De este modo, aquél que se erigió, soberbio, e intentó ser semejante a Dios, aprenderá—derrotado por San Miguel—que nadie debe alzarse altaneramente con la pretensión de asemejarse a Dios.
A María es enviado San Gabriel, que se llama la fortaleza de Dios, porque venía a anunciar a Aquél que se dignó aparecer humilde para pelear contra las potestades infernales. De Él dice el salmista: levantad, ¡oh príncipes!, vuestras puertas, y elevaos vosotras, ¡oh puertas de la eternidad!, y entrará el Rey de la gloria... (Sal 23, 7). Y también: el Señor de los ejércitos, ése es el Rey de la gloria (ibid. 10). Luego el Señor de los ejércitos y fuerte en las batallas, que venía a guerrear contra los poderes espirituales, debía ser anunciado por la fortaleza de Dios.
Asimismo Rafael significa, como hemos dicho, la medicina de Dios; porque cuando, haciendo oficio de médico, tocó los ojos de Tobías, hizo desaparecer las tinieblas de su ceguera. Luego es justo que se llamara medicina de Dios.
Imitemos hoy a los Arcángeles, servidores y mensajeros de Dios, que ven continuamente el rostro del Padre y se recrean en Jesucristo y en las maravillas que obra su Corazón adorable en el Espíritu Santo.
Habiendo recibido sobre sí la marca del que es el Principio, los Arcángeles comunican su unión con Dios a los inferiores. Así, el Guardia de Honor debe comunicar su unión a la Fuente de la Misericordia a todos los hermanos que lleva en su corazón durante su Hora de Guardia.
ANGELUS DOMINI
Recordando la Encarnación del Verbo, Os saludamos con las palabras del Ángel:
V. El Ángel del Señor anunció a María,
R. Y concibió por obra del Espíritu Santo.
Avemaría.
V. He aquí la esclava del Señor.
R. Hágase en mi según tu palabra.
Avemaría.
V. Y el Verbo se hizo carne.
R. Y habitó entre nosotros.
Avemaría.
V. Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios,
R. Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo.
Oración
Te suplicamos, Señor, que derrames tu gracia en nuestras almas para que los que, por el anuncio del Ángel, hemos conocido la encarnación de tu Hijo Jesucristo, por su Pasión y Cruz seamos llevados a la gloria de su Resurrección. Por el mismo Jesucristo Nuestro Señor.
R. Amén.
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