AL PIE DE LA CRUZ CON LA MADRE DOLOROSA
NUESTRA SEÑORA DE LOS DOLORES
¡MADRE LLENA DE DOLOR, HAZ CUANDO EXPIREMOS, NUESTRAS ALMAS ENTREGUEMOS POR TUS MANOS AL SEÑOR!
Composición de lugar
Sitúate en el Calvario, al pie de la Cruz, y de manera digna y reverente, mira a la Virgen Santísima y aprende a dar Gloria, Amor y Reparación...
Meditación
La Madre le alcanzó entrar en el mismo día y a la misma hora
Más no solo aquel día, sino en la hora misma que Cristo entró en él (en el Paraíso), entró también el Ladrón, decía san Máximo.
¿Pues no vivió Dimas hasta el Crurifragio por lo menos dos horas después que Cristo expiró?
En ello asientan todos, pues ¿cómo puede decirse que ipsa hora recibió el paraíso al Ladrón, que Christum suscepit?
No me contento por respuesta a esta réplica con la inteligencia de que pocas horas continuadas se reputan por una misma: no, que según san Máximo entró; esto es, participó al modo posible del Paraíso, como si le gozara Dimas a la hora misma que Cristo, ipsa hora; porque su valor admirable de consemejante a Cristo en la pena, le mereció con Cristo, por medio de su Dolorosa Madre, el que le hiciese su consemejante a la Gloria.
San Ambrosio celebró el dichoso acierto, y luz grande con que Dimas vio y adoró las Llagas Santísimas; en que sus culpas se le representaron tan al vivo, viéndolas una por una como en clarísimos espejos, que las detestó con una contrición nobilísima agnovit namque, dice el santo, quod vulnera illa non tan esse Chisti vulnera, quam Latronis (porque reconoció que esas heridas no eran las de Cristo tanto como las del ladrón).
Como su Majestad había dicho por David, quae no rapuit, tunc exolvebam (Salmo 68,8) pagué, como si fuera ladrón, lo que no hurté; éste conoció que sus hurtos y maldades eran las que merecieron todos los tormentos, que aquel Señor padecía satisfaciendo por ellas; y tuvo de ellas tanto horror que, por satisfacerlas, no solo padeció conforme y aún gustoso cuánto parecía pendiente de sus clavos, sino que pedía a Cristo le dilatarse el padecer en el Purgatorio, dice San Vicente Ferrer, cuántos años gustase y aún, hasta el día del Juicio dicen otros autores, siguiendo a San Agustín en sermón que citan suyo, en que el dum veneris in Regnum tuum (hasta que vengas a tu reino), lo explica el Santo del Juicio Universal.
Reconozcamos, también nosotros, querido Hermano, Guardia de Honor, que las llagas de Jesucristo son nuestras maldades y delitos, para poder dejar de ofenderle. Más, si aún no nos llega esa luz reveladora del Espíritu Santo, miremos a Nuestra Madre Dolorosa, y roguémosle que nos alcance tal gracia.
Oración
Propuesta por San Pío X para pedir por México.
¡Oh, María Inmaculada!, velad por México, rogad por México, salvad a México, que cuanto más culpable, mayor necesidad tiene de vuestra poderosa intercesión. Una súplica a vuestro divino Hijo Jesús, que reposa en vuestros virginales brazos, y México será salvo.
¡Oh, Jesús, obediente a María, salvad a México.
Recemos incesantemente y llenos de confianza esta oración, y no te olvides, querido Guardia de Honor, ofrecer al Corazón traspasado de Nuestra Madre Dolorosa las 7 Avemarías para consolarla y alcanzar para México la gracia de conservarse en la fe.
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