CONFIANZA EN LA MISERICORDIA


SOR BENIGNA CONSOLATA FERRER

"EL APÓSTOL DE LA MISERICORDIA DIVINA"


Del diario que la Sierva de Dios escribia por obediencia a sus superiores, fueron seleccionados algunos extractos sobre las instrucciones que Jesús dictaba a su "Pequeña Secretaria", como Él mismo la nombraba.

El resultado del compendio de todos estos fragmentos, fue una obrita a la que se tituló "VADE MECUM", que en su raíz, latina se traduce como "VEN CONMIGO", aunque el uso moderno de esta palabra se refiere a un libro de consulta con las nociones elementales sobre alguna materia.

Durante los próximos días, compartiremos algunos consejos que el Corazón Sagrado de Jesús dió al Apóstol de su Misericordia para las almas que desean otorgarle una real Gloria, Amor y Reparación.

Yo te pido, querido Hermano, si conoces a otros Guardias de Honor, que no solo tú te nutras de estas enseñanzas, sino que las compartas... No porque yo te lo pida o porque tú tengas material que subir a tus redes sociales... sino porque el mundo necesita volver a Dios y confiar en la Misericordia de su Hijo Divino después de reconocer que como criaturas y como hijos le hemos fallado.

"Escribe, ¡oh Benigna mía!, apóstol de mi Misericordia, que lo que más deseo es que las almas sepan que soy todo Amor, y que la mayor ofensa que pueden hacer a mi Corazón es dudar de su bondad.
Mi Corazón no sólo se compadece, sino que se regocija cuando halla mucha materia en que ejercer su reparación, con tal que no vea malicia; ¡si supieras lo que haría Yo en un alma aunque estuviese llena de miserias si ella me dejase obrar! 
El amor de nada necesita; sólo desea no encontrar resistencia; y frecuentemente lo que exijo de un alma a la que quiero hacer muy santa, es que me deje obrar en ella. 
Las imperfecciones del alma, cuando no son consentidas, no me disgustan, sino que atraen la compasión de mi Corazón. 
¡Amo tanto a las almas! Las imperfecciones deben servir al alma como de escalones para subir hasta Mí, por medio de la humildad, la confianza y el amor. Me inclino hacia el alma que se humilla, voy a buscarla en su nada para unirla conmigo”.
 Jesús a Sor Benigna Consolata

La Sierva de Dios nos propone la siguiente oración para alcanzar del Corazón Misericordioso de Jesús una confianza ilimitada:

Dulcísimo Jesús mío, Dios infinitamente misericordioso, Padre tiernísimo de las almas, y señaladamente de las más débiles, de las más miserables, de las más enfermas, a las que con ternura especial llevas y sostienes en tus divinos brazos, vengo a Ti para pedirte, por el amor y los méritos de tu Sagrado Corazón, la gracia de confiar en Ti, para pedirte la gracia de confiar siempre más y más en tu bondad misericordiosa, para pedirte la gracia de descansar segura en tus amorosos brazos, en el tiempo en la eternidad.
Amén.


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