CONFIANZA EN LA MISERICORDIA


SOR BENIGNA CONSOLATA FERRER

"EL APÓSTOL DE LA MISERICORDIA DIVINA"


La "Pequeña Secretaria" del Corazón Adorable de Jesús escribía a dictado del Divino Amor.

"Has de saber para tu bien y para el de otras muchas almas que si se quiere obtener una virtud sólida, es preciso esperarla del Corazón de Jesús. 

Quien quiera la salvación, no tiene sino que venir a refugiarse en este Arca Bendita: desde aquí se mira la tempestad sin sentir sus sacudidas, sin amenaza de peligro. 

¡Oh, esposa!, enseña a todos el lugar de refugio que has escogido para perpetua morada; haz la caridad de instruir también a los demás, a fin de que vengan a encontrarme. Yo tengo tesoros de gracias para todos: el que viene se los lleva”. 
Jesús a Sor Benigna Consolata.

Del "VADEMECUM" extraemos:

Decálogo de la MISERICORDIA.
(Segunda parte)


Viva el Sagrado Corazón de Jesús, fuente de toda misericordia.



6. Una vez que el alma ha pasado el umbral de la puerta de mi Misericordia, cae en poder del Amor, que ya no piensa más que en no dejarla huir, y la halaga en todo, para hacerla amar su nueva morada.


7. Ya hecha feliz prisionera del Amor, el Amor le da la libertad, pero solamente en el recinto del Amor, porque si el alma saliese de este recinto, hallaría la muerte. El Amor no la impide de salir, porque es libre; pero la avisa, y este es el freno que la pone.

8. Cuando más entra el alma en los dominios del Amor, reducida a mal estado a consecuencia de los males, que en tiempo pasado le han hecho sufrir sus desórdenes y sus pasiones, tanto más goza el Amor por tener tanto que hacer.

9. Las almas más miserables, más débiles, más imperfectas, son los mejores clientes del Amor, aquellas que la Misericordia divina estima más.

10. Estas almas tan predilectas de Dios, serán como otros tantos monumentos vivos alzados para engrandecer la multitud de misericordias, y mandarán a su Dios reflejos de luz vivísima, la misma luz que estas han recibido de El durante el curso de su vida mortal en la multitud de bondades que Dios empleó para conducirlas a la eterna salvación.
Estas almas resplandecerán como piedras preciosas y serán la corona de la divina Misericordia.

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