SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS, EN VOS CONFÍO


LA GRAN LECCIÓN DEL DIVINO MAESTRO
a la luz de San Francisco de Sales


"En aquel momento tomó la palabra Jesús y dijo: «Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y se las has revelado a los pequeños. Sí, Padre, así te ha parecido bien. Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar. Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera»."
Mateo 11, 25-30

Comenzamos la parte "central" de esta Palabra de Dios para los devotos de Sagrado Corazón.

«Tomad mi yugo sobre vosotros...»

¿Qué querría decir Nuestro Señor con estas palabras? Nosotros, tal vez no lo comprendemos bien porque la palabra "YUGO" nos hace mucho ruido, nos choca en el pensamiento, sobre todo si en la Sagrada Escritura el yugo siempre se relaciona con la esclavitud y el sometimiento a una ley que hay que obedecer por la fuerza.

Por ejemplo, Isaías, hablando del mesías que Dios enviará para destruir al opresor de Jerusalén, Babilonia o Asiria, que y dice:
"Quebrantaré a Asiria en mi tierra, y la pisotearé sobre mis montes. Entonces su yugo se les quitará de encima, y su carga será quitada de sus hombros." (14, 25).
Jeremías, el profeta destinado a explicar el desastre de la adoración pagana de Israel, a la que compara con una esposa infiel con Dios declara:
"Porque desde hace tiempo rompí tu yugo y arranqué tus coyundas; pero dijiste: “No serviré.” Porque sobre toda colina alta y bajo todo árbol frondoso te echabas como ramera." (2,20).
Y con incomparable amor anuncia que el Señor, teniendo compasión de sus hijos, quebrará, él mismo, su yugo.

Por Oseas:
"Con cuerdas humanas los conduje, con lazos de amor, y fui para ellos como quien alza el yugo de sobre sus quijadas; me incliné y les di de comer."  (11, 4).
Por Nahúm:
"Y ahora, quebraré su yugo de sobre ti, y romperé tus coyundas." (1, 13).
Por Jeremías:
“Y acontecerá en aquel día” —declara el Señor de los ejércitos— “que quebraré el yugo de su cerviz y romperé sus coyundas, y extraños no lo esclavizarán más." (30, 8).
Luego, ¿por qué dice Jesús que tomemos un yugo, si él vino a romper los que nos atan?

Cierto, el hombre siempre está sometido a un "YUGO" pesadísimo, que es el pecado y, aunque Dios ha enviado a su Mesías para quebrantar todo lazo de opresión que le tiende el demonio, el mundo y la carne, somos tan insensatos que preferimos la esclavitud.

Aquí, en esta simple frase: "tomad sobre vosotros mi yugo", vemos el misterio de la libertad del hombre... Dios nunca le obliga, siempre le propone para no violentarle. Si tu y yo, querido Hermano, Guardia de Honor, queremos vivir esclavos, que no sea de nuestro pecado, sino esclavos del AMOR.

Dios nos pone la opción a escoger, no es imperioso como Satanás, que nos somete con engaños y a la fuerza.

Si no somos lo suficientemente fuertes para vivir libres, el Corazón Divino de Jesús nos propone, lo repito, ser esclavos de su amor. Y San Francisco de Sales nos dice como: PRACTICANDO LAS VIRTUDES que en días anteriores nos hemos detenido, especialmente la OBEDIENCIA, que es la señal inequívoca del AMOR.

ESE ES EL YUGO QUE NOS INVITA A TOMAR EL CORAZÓN DE JESÚS, EL YUGO DEL AMOR, VON LA SANTA LIBERTAD DE ESPÍRITU DE LOS HIJOS DE DIOS.

A la Santa Baronesa de Chantal le propone:

"Hay que hacer todo por amor, nada por fuerza; hay que amar más la obediencia que temer la desobediencia. Os dejo el espíritu de libertad. No el que excluye la obediencia, porque ésa es una libertad de la carne, sino el que excluye la angustia, los escrúpulos y los apresuramientos."

"Porque siempre han de reinar la santa libertad y la naturalidad, sin otra ley ni cortapisa que la del amor."


El renunciamiento a nosotros mismos es una expresión de la Obediencia a la Voluntad de Dios, por eso el Santo Obispo nos exhorta:

El hábito de renunciamiento nos desprenderá poco a poco de nosotros mismos y nos procurará un inmenso beneficio: la libertad de espíritu. «Un desprendimiento del corazón cristiano de todas las cosas, para seguir la voluntad de Dios tan pronto como ésta se manifieste...»

«Pedimos al Señor ante todo que su nombre sea santificado, que venga su Reino, que se haga su voluntad en la tierra como en el cielo. Todo eso no es otra cosa sino el espíritu de libertad; porque con tal que el nombre de Dios sea santificado, que su Majestad reine en nosotros, que se haga su voluntad, nuestro espíritu no se preocupa de nada más».

PIDAMOS HOY AL DIVINO MAESTRO QUE NOS HAGA PENETRAR EN SU SAGRADO CORAZÓN Y CON SANTA LIBERTAD DECIDAMOS TOMAR SU YUGO SOBRE NOSOTROS.

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