QUIEN ES GUARDIA DE HONOR


SER GUARDIA DE HONOR
Una vocación particular a amarLo y hacerLo amar

Cuando hablamos de "vocación", el pensamiento se desvía hacia los religiosos y sacerdotes... bien, ellos han recibido una "llamada" específica y particular, pero ninguno se sienta excluido. La vocación la tenemos todos y ésta es a la "Santidad", o a la "Perfección", como le designa San Francisco de Sales: "Dondequiera que nos encontremos, podemos y debemos aspirar a la perfección."

Ningún hombre está exento de la "llamada a seguir a Cristo"; los cristianos tenemos ya, experiencia y conocimiento de esa voz interior desde el bautismo y al igual que a los doce apóstoles, el Señor nos dice: "Ven y sígueme", es decir, "Imítame"

Pero el Guardia de Honor ha recibido un "privilegio" mucho más grande... no solo ha tenido experiencia viva y conocimiento real de la dulce voz del Señor, sino que, como el discípulo amado,  al que Jesús le pide dejar sus redes y a su padre, y seguirlo, le ha recostado la cabeza en su Sagrado Pecho.

Este privilegio emana de la fuerza de interior que fluye como Savia en el Árbol de la Devoción al Sagrado Corazón que tiene su raíz en el Instituto formado por San Francisco de Sales y Santa Juana de Chantal, cuya Hija predilecta es Santa Margarita María de Alacoque.

Así como la calidad de los frutos en un árbol dependen de la cantidad de savia que les alimente, la vocación de cada una de nuestra Hermanas Visitandinas es fruto de la Savia Divina que se recogió en el Corazón Sagrado de Jesús, es decir, de la Sangre y Agua purísimas que brotaron de su Costado Herido. Más, el Guardia de Honor no debe sentirse excluido de esta predilección singular, pues participa también de ella, puesto que se nutre de la misma Espiritualidad.

Hablábamos antes de la llamada de Cristo a seguirlo, a imitarlo, y ello exige una "Conversión". La vocación es también, una conversión. Imposible es pensar que, después de un contacto tierno y amoroso como San Juan o Santa María Magdalena, los llamados "primeros guardias de honor", con el Divino Maestro, la vida pueda permanecer igual.

Una prueba de la misericordia de Dios, es pues, la vocación... mi vocación.... tu vocación, querido Hermano, Guardia de Honor, a quienes nos eligió Cristo no solo como testigos del poder de su Amor, sino como instrumentos para difundir el mensaje de la Salvación. Es por esta razón que la plenitud de nuestra vocación está condicionada a nuestra fidelidad. La conversión debe ser constante, diaria, pues la vocación se ilumina con la conversión; mientras que nuestra conversión autentifica nuestra vocación, de otro modo la vocación se torna confusión, falsedad y búsqueda egoísta de uno mismo.

Dios nos ha creado desde la eternidad, y el Corazón Sagrado de su Hijo Divino, al llamarnos de nuestro pecado para formar parte de su milicia escogida en su Guardia de Honor, nos ha recreado, haciéndonos de nuevo. Correspondamos con fidelidad a nuestra Hora de Guardia y convirtamos nuestro corazón a imitación de sus dos grandes virtudes: la Humildad y la Mansedumbre.

¡Dios sea bendito!



Comentarios

Entradas populares