EN LA ESCUELA DE SANTA JUANA DE CHANTAL

  

APRENDER DEL SAGRADO CORAZÓN...

EN LA ESCUELA DE SANTA JUANA FRANCISCA FREMIOT DE CHANTAL

"¡Viva Jesús! si, mi Señor Jesús, viva y reine eternamente en nuestros corazones."

Notas íntimas de Santa Chantal, VSM.



Jueves 20 de agosto 2020

Nos santiguamos y recitamos la oración inicial


Eterno Dios, trino y uno: pues sois tan admirable en vuestros siervos, y especialmente lo fuisteis en vuestra escogida sierva Santa Juana Francisca, a quien fortalecisteis con una fe tan clara y resplandeciente de los misterios, que los creía más ciertamente que si los viese con los ojos del cuerpo, y que hicisteis que esta fe con que fue tan ilustrada, la sirviese de lúcida antorcha para caminar segura en medio de las tentaciones que sobre esta virtud sufrió, suplicoos, Jesús mío, me concedáis por la fe de vuestra sierva una fe que me ilumine para creer cuánto me enseña la Santa Iglesia, y que me dirija en los pasos interiores de mi espíritu, y me alcance la gracia que os pido durante este mes. Amén.


CONSEJO DE SANTA JUANA FRANCISCA

La tribulación pasa, pero el haber sufrido por Dios permanece.


RASGOS DE SU VIDA

El año 1602 terminaba cuando la señora de Chantal y sus cuatro hijos llegaron a Montelón, el castillo donde vivía su suegro, el Barón de Chantal. Este castillo era más viejo y sombrío que el de Burbilly; medio hundido en la tierra, rodeado por todas partes de pozos profundos y de torres.

El barón de Chantal, que había contraído muchas deudas para hermosear a Burbilly, no pudo restaurar Montelón y se había contentado con vivir en él después del matrimonio de su hijo. Solo hizo esculpir sobre la puerta principal las armas de su familia, con su gran cordón de la orden de San Miguel y esta divisa en latín y francés: “La virtud se aumenta con las llagas”. Cuando se piensa en los años de dolor que la señora de Chantal pasará en este castillo, en las humillaciones que tuvo que sufrir, en los progresos admirables en la virtud, no es posible fijar los ojos en esta inscripción, que aún subsiste, sin sentirlos mojados con lágrimas involuntarias, pues más que inscripción o divisa era una verdadera profecía.

El anciano barón de Chantal, que iba a ser la causa de tantos dolores para nuestra Santa, tenía, sin embargo, algunas buenas cualidades: era un hombre franco, desinteresado y valiente, que se había distinguido en el ejército y que había conquistado la estimación y aún el afecto del rey Enrique IV; pero estaba lleno de una vanidad ridícula y de una violencia de carácter que hizo daño a su fortuna.

La vanidad le había entrado con la sangre, porque era defecto hereditario en la familia de los Rambutín; en cuanto a su violento carácter, que sobrepujaba a su vanidad, la edad le había dado otro carácter: un mal humor perpetuo y accesos de cólera que hacían temblar a cuántos vivían a su lado.

Dios, que ha querido que la dulzura fuese amable compañera de la fortaleza, ha querido también por justo castigo, que la violencia vaya seguida de la debilidad. El barón de Chantal, delante del cual todo debería doblegarse, había caído debajo de la dependencia de una criada sin cuyo consentimiento no se hubiera atrevido a dar un paso ni hacer el menor movimiento; le había dominado de tal modo que mandaba en el castillo como si fuese la señora y la dueña, habiéndose instalado hacía largo tiempo con sus cinco hijos en casa del barón, cuyos bienes dilapidada con desvergüenza. Todo el mundo lo veía y en todas partes se murmuraba, algunas personas trataron de hacer observaciones moderadas pero, como sucede generalmente, el anciano barón no quería ver ni oír nada.

Apenas llegó la señora de Chantal, que poseía en alto grado las cualidades de una señora de su casa, conoció al instante que se degradaban los intereses de su suegro y trató de hacer algunas pequeñas observaciones, pero la criada descontenta de la llegada de nuestra Santa y, temiendo que ésta pudiese echarla, había prevenido el ánimo del barón en contra de su nuera. Algunas palabras dichas, por estar unos días después, con la mayor humildad, provocaron una escena muy violenta.

La señora de Chantal comprendió al instante la cruz a que tenía que resignarse. Por su parte la criada, envalentonada con sus primeros triunfos, no se contuvo y llegó a ser tan insolente de ahí en adelante. La señora de Chantal fue tratada como una extraña que se admiten al hogar doméstico, pero con quién nada se tratan ni se consulta, la criada tomó tal autoridad y hacía valer de tal modo la superintendencia que se había abrogado, que la humilde nuera del barón no se hubiera atrevido a dar un vaso de vino a un criado sin que ella lo mandase. Siete años enteros pasó nuestra Santa bajo la férula de una insolente bribona que gobernaba toda la casa del barón sin permitirla ni aún crédito para disponer de un rublo.

LA PERFECCIÓN DE SU AMOR A DIOS 

Dios eterno, que diste a vuestra escogida sierva una magnánima humildad, tan sólida y profunda que pudiese mantener lo celestial y asombroso de su santidad, y la singulares gracias y perfectas virtudes en los aplausos que se seguían a sus heroicas obras; os suplico, Jesús mío, me concedáis por la humildad profunda de vuestra sierva una humildad sólida y verdadera que me dé a conocer mis pecados, alumbre las tinieblas de mi entendimiento, aparte de mi alma el aire contagioso de la vanidad, y disponga mi corazón a conseguir la gracia que os pido. Amén.

Práctica

Se rezarán tres Padre Nuestros, Ave Marías y Gloria Patris a la Santísima Trinidad en obsequio del favor que la Santa recibió a lo largo de su vida y durante el día, tres actos de humildad.

Gloriosísima Santa Juana Francisca:

- Ángel de la pureza, ruega por nosotros.

- Arcángel en la solicitud del bien de las almas…

- Principado excelentísimo en la dirección espiritual y perfecta de innumerables almas…

- Potestad admirable en refrenar los sentidos y las pasiones que son los demonios que más daño nos hacen…

- Virtud prodigiosa en muchedumbre de milagros…

- Dominación sagrada en forma de criatura terrestre de angélico espíritu.

- Trono donde descansó el celestial Esposo…

- Querubín luminoso que alumbráis las acciones de vuestro instituto con vuestros escritos…

- Serafín fogosísimo en cuyo pecho imprimió el amor el Santo nombre de Jesús…

Yo, Santa mía amadísima, me gozo de los singulares dones con que nuestro dulcísimo Esposo enriqueció vuestra alma, y confiado en vuestra benignísima caridad, imploró vuestra clemencia para que me alcances del Señor que os imite en esta vida, y después os acompañe en la gloria. Amén.


Antífona

Tenía Santa Juana Francisca muy grande reputación entre todos, porque temía mucho al Señor, y no había quién hablase de ella una mala palabra.

V. Supo complacer al Señor.

R. Y el Señor se agradó de su modo de proceder.

Omnipotente y misericordioso Dios, que a la Bienaventurada Juana Francisca, abrasada en vuestro amor, la concedisteis una admirable fortaleza de espíritu para caminar en la perfección por todas las sendas de la vida espiritual, y quisisteis por su medio ilustrar a la Iglesia con una nueva familia; concédenos por sus méritos y ruegos, que así como conociendo nuestra flaqueza, confiemos en vuestra virtud, así con el auxilio de la divina gracia venzamos todo lo adverso, por nuestro Señor Jesucristo. Amén.

Nos santiguamos para finalizar

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