EL MODELO DEL GUARDIA DE HONOR
NUESTRA SEÑORA DE LOS DOLORES
"Miro a todos los que viven en el mundo para ver si hay quien se compadezca de Mí y medite mi dolor, mas hallo poquísimos que piensen en mi tribulación y padecimientos."
Nuestra Señora a Santa Brígida

Composición de lugar
Sitúate en el Calvario, al pie de la Cruz, y de manera digna y reverente, mira a la Virgen Santísima y aprende a dar Gloria, Amor y Reparación...
Meditación
Primer Dolor: La Profecía de Simeón
V. ¿Y tan presto, Simeón, dura muerte profetizas? ¡Ah!, ¿no ves cual martirizas de la Madre el Corazón?
R. Por tan acerbo dolor, oh Virgen, cuando expiremos, haz que el alma entreguemos en los brazos del Señor.
La Virgen María no ignoraba la causa por la que el Hijo de Dios se había hecho hombre en sus entrañas. Sabía que era para redimir a los hombres y que, por ello, sufriría un cruel tormento, y derramaría su sangre, y moriría en la cruz.
Lo sabía por lo que había leído y meditado en la Sagrada Escritura, aun antes
de que su Hijo se encarnara; lo sabía también por la profecía del viejo Simeón,
cuando ella y José presentaron a Jesús en el Templo.
Siempre que la Virgen María
pensaba en la pasión de Jesús,
sentía ya con la experiencia lo
que había profetizado Simeón
(Lc 2,35): “tu alma será
atravesada con un puñal”.
Cada vez que veía a su Hijo
le venían a la mente los
tormentos que sufriría en
cada uno de sus miembros:
imaginaba su cabeza clavada
de espinas, su cara
abofeteada, la espalda
sangrante de azotes, los pies y
las manos clavados, su pecho
herido por la lanzada...
Al
abrazarle, abrazaba, juntos en
su corazón, su cuerpo y
aquellas torturas, y decía
(Cant 1,12): “Manojito de
mirra es mi Amado para mí,
yo le daré cobijo entre mis
pechos”.
Consideraciones y afectos
Piensa, alma mía, que también tú eres una de esos redimidos por el Señor y por tanto, Cristo murió por ti... ¿seguirás insensible a las lágrimas de la Madre Santísima, al ver que tan poco te aprovechas de los padecimientos de su Hijo?
Primera Promesa de la Santísima Virgen
a quienes diariamente le honren considerando sus lágrimas y dolores y rezando siete Avemarías:
Pondré paz en sus familias
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