EL MODELO DEL GUARDIA DE HONOR
NUESTRA SEÑORA DE LOS DOLORES
Mira mi dolor e imítame en lo que pudieres.
Nuestra Señora a Santa Brígida

Composición de lugar
Sitúate en el Calvario, al pie de la Cruz, y de manera digna y reverente, mira a la Virgen Santísima y aprende a dar Gloria, Amor y Reparación...
Meditación
Segundo Dolor: La Huida a Egipto
V. ¡Qué congoja cuando viste perseguido al tierno infante! Y con desvelo anhelante en Egipto lo guarecisteis.
R. Por tan acerbo dolor, oh Virgen, cuando expiremos, haz que el alma entreguemos en los brazos del Señor.
La Madre quedó admirada de ver la majestad de Dios tratada así, tan indignamente desde su nacimiento, perseguido y desterrado en Egipto desde la más tierna infancia y ahora en el suplicio de su Pasión; porque ella sí que creía con toda el alma que su Hijo era Dios.
Su Hijo, merecedor de todas las alabanzas, era menospreciado e insultado. La Madre supo agradecer a su Hijo aquella redención tan costosa con la que salvaba a los hombres.
Y Él vio la parte tan grande de dolor que a ella le tocaba sufrir por el mismo motivo. Vio cómo aceptaba y quería su dolor, tan contrario a su naturaleza de madre. La vio llorando, quebrantada y deshecha, por lo que Él sufría.
Iba el Señor rodeado de sus enemigos, “como toros enormes” (Sal 21,13), y se echaban sobre Él “como el león que ruge y se echa sobre su presa”. Y aunque mirase a un lado y a otro no había nadie “que dijera conocerle” (Sal 141,5), ni nadie le ayudaba ni salía en su defensa.
Pero se consoló al ver a su Madre, que le conocía bien, y le quería, y sabía estimar y valorar lo que estaba haciendo, y agradecérselo con su amor.
La Madre reconocía en su Hijo el amor que ardía en su pecho hacia Dios y hacia los hombres, que su voluntad se sometía a la de su Padre, el esfuerzo que hacía por padecer por los hombres, y su alegría ya que iba a salvarles, se renovaría el mundo, se llenaría de su gracia, y les conquistaría la vida eterna, la felicidad del cielo.
Vio la Virgen María con toda claridad la magnitud de la empresa de su Hijo y, sin
poderse contener, corrió con Él hacia el Calvario, para estar presente en el sacrificio del Sumo Sacerdote que haría amigos a Dios y a los hombres.
Consideraciones y afectos
Asómbrate, tú también alma mía, de lo lejos que estás de darle un tratamiento honroso al Rey de la Gloria que habita tu corazón. ¡Cuántas veces le has perseguido y desterrado al "Egipto" de tus pasiones, gustos y deseos.
Aprende de Nuestra Madre Dolorosa cómo acompañar y salir por el Hijo de su amor, no como extraño, sino como hijo, como hermano... ¿recuerdas aquél día en que le diste la espalda y negaste conocerle, por no querer sufrir con Él, por no adherirte a su voluntad?
¿Qué esfuerzo emprenderás para darle la reparación que merece por tus culpas? ¿Cómo pagarás por otras almas que tanto le interesa salvar al Corazón de nuestro Divino dueño y que, siguiendo tus ejemplo también lo menosprecian y vituperan?
Segunda Promesa de la Santísima Virgen
a quienes diariamente le honren considerando sus lágrimas y dolores y rezando siete Avemarías:
Serán iluminadas en cuanto a los divinos Misterios.
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