III - AMOR A LA PATRIA

 

EL AMOR A LA PATRIA

“Nadie ama a su patria porque es grande, sino porque es suya"
Séneca 




Si un pagano tiene sentimientos tan sublimes por su patria, ¿qué podríamos esperar del más amante de los corazones? 

También Jesús tuvo estos sentimientos hacia el pueblo de Israel, al que perteneció, y hacia Nazaret, donde había crecido y trabajado. Jesús amó a su patria con todo el corazón.

San Lucas relata que, subiendo al Monte de los Olivos, Jesús contempló la ciudad de Jerusalén y lloró por ella. (Lc 19, 41-42)

Continuamos explicando este acto de piedad con las palabras de San Juan Pablo II, quien enseña que deshonrar a la patria, o atacar los intereses legítimos de la misma, es un pecado contra el cuarto mandamiento.

"Si se pregunta por el lugar del patriotismo en el decálogo, la respuesta es inequívoca: es parte del cuarto mandamiento, que nos exige honrar al padre y a la madre.
El patriotismo conlleva precisamente este tipo de actitud interior, desde el momento que también la patria es verdaderamente una madre para cada uno.
Patriotismo significa amar todo lo que es patrio: su historia, sus tradiciones, la lengua y su misma configuración geográfica".

Por desgracia, hay quien confunde lo que es el patriotismo cristiano – que se basa en el amor y tiene un carácter unificador-, con el nacionalismo pagano – basado en el odio y promotor de la división-.

"Así pues, quien promueve la división, el odio, o la discordia entre los ciudadanos de un mismo país, debe saber que no solo comete un error político, sino que atenta contra un bien moral, y se pone en situación de pecado mortal".

Dice Santo Tomás que dos son las actitudes extremas que se oponen al amor a la Patria y constituyen pecado: 

- Por defecto: el cosmopolitismo o internacionalismo. Estos desconocen a la propia patria con el erróneo pretexto de que el hombre es “ciudadano del mundo”.

- Por exceso: el nacionalismo exagerado, que ensalza desordenadamente a la propia patria como si fuera un bien supremo y desprecia a los demás países con palabras o hechos, muchas veces calumniosos o injustos.

Pensemos bien, querido hermano Guardia de Honor, antes de despreciar a alguno de nuestros conciudadanos o estereotiparlos utilizando términos despectivos por causa de su etnia, su situación económica, su nivel cultural, y otras tantas cosas que son solo consecuencia de la injusticia propiciada por nuestra mala conducta, vacía del Temor de Dios y, por consecuencia, de virtud y de valores.

Recordemos que quien no conoce la Historia, está condenado a repetirla y a lo largo de los siglos tenemos innumerables ejemplos de actitudes antipatrióticas: el siglo pasado está plagado de nacionalismos enfermizos, mientras que el actual lo está de "globalismo" desmedido.

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