EL MODELO DEL GUARDIA DE HONOR

 

NUESTRA SEÑORA DE LOS DOLORES 

María, no llores. Ya todo ha pasado, tu Hijo descansa y ha
salido vencedor de sus enemigos.
  

Mater Dolorosa by Miguel Cabrera

Composición de lugar

Sitúate en el Calvario, al pie de la Cruz, y de manera digna y reverente, mira a la Virgen Santísima y aprende a dar Gloria, Amor y Reparación...


Meditación
Séptimo Dolor: Jesús es colocado en el Sepulcro.


Terminaron de bajar el cuerpo de Jesús y lo pusieron en brazos de su Madre. Como un rey que vuelve vencedor de su batalla, fue recibido en los brazos amorosos de su Madre. Ella era el mejor recibimiento que merecía este Rey.

Ni el mundo entero podía aclamar y honrar mejor que esta Madre a su Hijo triunfador del pecado y de la muerte.

Estaba orgullosa de Jesús crucificado y muerto por amor. No había otra cosa por
la que más se sintiera agradecida sino la Cruz. Por la Cruz de su Hijo Ella había
recibido más gracias que ninguna criatura sobre la tierra. Pero, a la vez, ¡qué dolor! Ella sabía bien, en su humildad, que todo lo que era -bendita sobre todas las mujeres– se lo debía a su Hijo en la Cruz. Agradecida y, a la vez, dolorida, abrazó con toda su alma el querido Cuerpo de su Hijo.

Jesús, cuando le habló desde la Cruz, no la llamó Madre, la llamó “Mujer”, para dar más solemnidad al nombramiento de su nueva y universal maternidad. Pero ahora, Madre, cuando recibiste a Jesús en tus brazos, cuando tú sola sentías la ternura y el dolor, ¿pudiste detener la fuerza de tu amor y no llamarle: ¡Hijo!?

¡Hijo mío! –diría–, ¿quién te ha puesto así? No me quejo de los que te han quitado la vida, porque tú la has ofrecido por ellos. Ésta era tu ansia y tu deseo, y ya está cumplido. Has muerto como un valiente, como Hijo de quien eres, ¡Hijo del Eterno Padre! ¡Qué incomprensible es su justicia y qué grande su misericordia! 

Ha sido misericordioso con los hombres, y ha querido que su Hijo muriera por ellos. ¡Amo su Justicia, aun sin comprenderla, porque de Él viene! Si Tú, Hijo mío, has querido la Voluntad de tu Padre, yo también la he querido, la he sufrido y amado contigo, Jesús.

Acepta, Dios, el sacrificio de esta Madre, ten misericordia con los pecadores porque tu Hijo ha muerto por ellos. Sostengo y renuevo el ofrecimiento que te hice aquel día: He aquí tu esclava, hágase en mí según tu Voluntad.

La Virgen María sentía, con su Hijo en brazos, el dolor que Él había padecido por los hombres; con todo su amor manifestaba al Espíritu Santo el mismo deseo de redimir y salvar a cada hombre. Como su Hijo era Mediador y Redentor, Ella también quedó hecha Mediadora y Abogada de los pecadores, corredimiendo con el Salvador.

Era ya tarde, aquellos hombres pidieron permiso a la Madre para enterrar el Cuerpo de Jesús.

Consideraciones y afectos

Piensa, alma mía lo que vas a decir a esta Señora en tanta angustia y dolor para consolarla, más si no tienes, como los discípulos, palabras de ánimo, ¿qué harás para demostrarle a tu Madre el amor?

Séptima Promesa de la Santísima Virgen

a quienes diariamente le honren considerando sus lágrimas y dolores y rezando siete Avemarías:

"He conseguido de mi Divino Hijo que todos aquellos que propaguen la devoción a mis lágrimas y dolores, sean llevadas directamente de esta vida terrena a la felicidad eterna ya que todos sus pecados serán perdonados y mi Hijo será su consuelo y gozo eterno."


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