I - ENSEÑANZAS DEL APÓSTOL DEL SAGRADO CORAZÓN

  

EL APÓSTOL DEL SAGRADO CORAZÓN 

El amor reina en el sufrimiento, triunfa en la humildad y se goza en la unidad.


Leía, alguna vez, muy querido Hermano, Guardia de Honor, que a un santo se le conoce por su correspondencia... 

En este mes quiero compartir contigo algunas de las cartas que la Santa de Paray-le-Monial dirigía a sus Hermanas de religión, pero no como mera curiosidad, sino para que pienses que se dirige a ti, personalmente. Están escritas en femenino,... imagina, pues, que es a tu alma, y te entrégate a la dirección que esta Maestra del Amor te da para que día a día crezcas en el culto y devoción que a ella tanto le complace: al Sagrado Corazón de Jesús.


En las cartas encontrarás la abreviatura: V.C. que significa Vuestra Caridad. Es costumbre en la Visitación utilizar este término para evitar tutear a las Hermanas.

¡Viva + Jesús!

      Debo decirle para su gobierno, mi querida amiga, que haciendo oración por V. C., he tenido la idea de que, queriendo el Sagrado Corazón implantar su imperio y el Reinado de su amor en su corazón, V. C. lo echa a perder, sustituyéndolo por la criatura.
Pero no permitirá nunca que encuentre verdadero descanso, sino en el perfecto desasimiento de esa misma criatura, y lo conseguirá huyendo de ella. Saldrá victoriosa luchando; resista, pues, con valor todos los ataques que sufra, pues no logrará nada sin trabajo, y el premio sólo se da al vencedor.
Ruego al Sagrado Corazón que sea de este número, [pues el mío la ama siempre mucho, aunque enclavado en la cruz, en donde no es capaz de otra cosa sino de sufrir; pero no quiere más que amar sufriendo y sufrir amando. He aquí todo lo que ambiciono.]

Se aflige por sus penas interiores, y yo le aseguro que, en eso mismo, debe encontrar el mayor consuelo, con tal que las sufra con paz, sumisión y abandono en el Sagrado Corazón de Nuestro Señor Jesucristo. Se las envía precisamente por un exceso de amor hacia usted, y quiere que lo sepa para que le esté agradecida.

Primero, pretende purificarla por medio de estas penas, de todos los afectos que ha tenido hacia las criaturas, contrarios a la pureza de su divino amor.
En segundo lugar, quiere hacerla merecer la corona que le tiene destinada, dándole una pequeña parte de las amarguras que Él sufrió todo el tiempo de su vida mortal; y, cualquiera que sea la naturaleza de sus penas, es feliz por tener esta semejanza con Él. Además, las dulzuras interiores no producirán en usted más que entretenimiento y vana complacencia, y jamás amor puro y sólido.

Vea, pues, si le debe estar agradecida o no de que observe con V. C. esta conducta, por la cual no pide sino la perfecta sumisión a su santísima voluntad, obrando con gran pureza de intención y deseo de complacerle, sin respetos humanos. Y, como ya se lo he dicho otras veces, no quiere de V. C. otras pruebas de que le ama sino una profunda humildad de espíritu, la paz del alma y del corazón y el deseo de amarle, puesto que Él la ama en verdad y no la dejará perecer. No tenga ya reserva alguna con Él, que quiere reinar, mandar y gobernar en V. C., dando impulso a todas sus acciones, y ser el objeto de todos sus afectos.
Sor Margarita María Alacoque, VSM. 

 

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