PREFIGURAS DEL AMOR DEL CORAZÓN DE JESÚS

    

ENCIENDE LOS FUEGOS APAGADOS

(Quinta parte)


Que los sentidos me ayuden:

Aparece inflamado el Sacratísimo Corazón de Jesús, para encender luego nuestros corazones en el fuego de la caridad hacia la Sagrada Eucaristía y hacia la Santísima Pasión.

Jesús habla y me dice...

He venido a arrojar el fuego a la tierra; y ¿cuál es mi deseo sino que arda? Lc. 12, 49.

 

Que el alma pida luz al Espíritu Santo:

Detengámonos aquí y ponderemos con Esdras este fuego de infinito amor con que el Sacratísimo Corazón de Jesús te amó antes de que existieras, ¡oh hombre! y con el que no deja de amarte por más indigno que seas de todo amor

Por eso dice Simón de Casia: "Quiso que con la lanza fuera abierto su costado, a fin de que en esa abertura conociéramos la dilección del Corazón de Jesús." 

Aquel piadoso altar del Timiama, construido de madera de Setim, revestido de oro, en el cual mandó Dios un día, en la Ley, que se quemaran en su honor, por manos de los sacerdotes, suavísimos perfumes, prefiguró al Sacratísimo Corazón de Jesús inflamado en amor a nosotros. 

En efecto; ¿qué Timiama más suave y más grato puede quemarse y ser ofrecido a la Trinidad Beatísima, que el Santísimo y Divinísimo Corazón de Jesús, velado en el augusto Sacramento del altar? 

Fue asimismo una figura de tan ardiente e inflamado Corazón, aquel incensario de oro del cual dice San Juan en el Apocalipsis: "Tomó luego el ángel el incensario, llenólo del fuego del altar, y arrojó este fuego a la tierra." Este ángel representa a Cristo Jesús, ángel del gran consejo, "cuyo corazón, según el decir de San Bernardino, por el amor ardentísimo de caridad, es comparado con el incensario lleno de encendidas brasas."

Desde ese sagrado altar, que tiene cuatro cornijales, es decir, desde la Cruz, por la abertura del costado derramó con toda plenitud sobre nosotros aquel su divino fuego, es decir, su amor. El Propiciatorio de oro colocado sobre el Arca de la Alianza entre dos querubines, bosquejó también al Sacratísimo Corazón de Jesús. 

Era el Propiciatorio un lugar en donde se aplacaba a Dios, y desde el cual solía en otro tiempo mostrarse propicio, a maravilla, con su pueblo: de aquí el que se le diera también el nombre de trono o asiento de Dios, en el cual el Señor daba sus respuestas y oráculos al Sumo Sacerdote, cuando entraba en el Santo de los Santos, como se ve por el libro de los Números, que dice: "Y cuando entraba Moisés en el Tabernáculo de la Alianza . . . oía la voz del que hablaba con él desde el Propiciatorio." Estas maravillas resplandecen con más vivo fulgor en el Corazón Sacratísimo de Jesús pues la verdad ahuyenta las sombras, y la luz ilumina la noche. 

En efecto: ¿qué otra cosa fue en la tierra y es todavía en el cielo, y en la Sagrada Eucaristía, el Divino Corazón de Jesús, sino aquel verdadero Propiciatorio, al cual acuden con seguridad, para verse libres de la ira divina, todas las almas pecadoras? ¡Oh pecadores! ¡Oh ciegos mortales! ¿Qué hacéis? ¿Por qué vivís en medio de la podredumbre de vuestros pecados? ¿Por qué marcháis diariamente con tan acelerado paso a los hondos abismos del infierno?

Por vuestra salud contestad: "Mas ¿y qué fruto sacasteis de aquellos desórdenes, dice el Apóstol, de que al presente os avergonzáis? En verdad que la muerte es el fin a que conducen." Ea, pues, almas queridas, acercaos sin demora al Corazón amabilísimo de Jesús vuestro Salvador y vuestro mejor, máximo y único Mediador; corred como el herido y sediento ciervo a la fuente de aguas vivas: ahí, ahí hallaréis un asilo cierto, el perdón de vuestros pecados y el reposo seguro para vuestras almas.


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