V - LA DULZURA DE LA VIRTUD

 




LA DULZURA DE LA VIRTUD 

morir al mundo con alegría por la esperanza del cielo...

Continuamos la reflexión de San Claudio a la Duquesa de York:

Crucificado está el mundo para mí, y yo para el mundo. 

"He aquí uno de los significados de estas palabras: El mundo me parece cargado de cruces, me parece infeliz, y el mundo, a su vez, me considera un hombre digno de compasión.

Es una gran fuente de dolor ver a tan poca gente entregarse al bien, pero es extraño que uno solo se aleje de él (el bien) para evitar la tristeza. Creemos que es imposible ser virtuoso y estar contento; es lo contrario lo que es imposible.

Todo el mundo busca la alegría; de modo que nunca atraeremos al mundo hacia el bien, al menos como lo esperamos. Pero, ¿cómo hacer, dado que se nos advierte que sólo hay cruces en la práctica de la virtud? Como solo nos dejamos atraer por el gozo, solo nos permitimos preferir, cambiar, por una alegría mayor. Suponiendo que un alma haga consistir su alegría en amar a Dios, este gusto no puede dejar de perdurar, porque nunca descubrirá nada que pueda enfriar su amor.

Hagamos lo que hagamos, no podemos tenerlo todo. Si quieres placeres, consumirás tu riqueza, perderás tu reputación, arriesgarás tu vida: examina a quién le quedan más bienes temporales, a los libertinos, o a los que han abrazado la virtud.

Santo Tomás dice que la alegría de los santos en esta vida es como la flor de la alegría que disfrutaremos en la gloria; y que así como tenemos no sólo en la flor la esperanza del fruto sino también un germen, principio de este fruto, así en las consolaciones divinas no tenemos solo la esperanza del Cielo, sino también un anticipo, un comienzo de felicidad celestial."

De qué alegría es de la que nos , querido Hermano Guardia de Honor, sí o sí en la virtud. 


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