EN LA ESCUELA DE SANTA JUANA DE CHANTAL

  

APRENDER DEL SAGRADO CORAZÓN...


EN LA ESCUELA DE SANTA JUANA FRANCISCA FREMIOT DE CHANTAL

"¡Viva Jesús! si, mi Señor Jesús, viva y reine eternamente en nuestros corazones."

Notas íntimas de Santa Chantal, VSM.


Nos santiguamos y recitamos la oración inicial

Eterno Dios, trino y uno: pues sois tan admirable en vuestros siervos, y especialmente lo fuisteis en vuestra escogida sierva Santa Juana Francisca, a quien fortalecisteis con una fe tan clara y resplandeciente de los misterios, que los creía más ciertamente que si los viese con los ojos del cuerpo, y que hicisteis que esta fe con que fue tan ilustrada, la sirviese de lúcida antorcha para caminar segura en medio de las tentaciones que sobre esta virtud sufrió, suplicoos, Jesús mío, me concedáis por la fe de vuestra sierva una fe que me ilumine para creer cuánto me enseña la Santa Iglesia, y que me dirija en los pasos interiores de mi espíritu, y me alcance la gracia que os pido durante este mes. Amén.


CONSEJO DE SANTA JUANA FRANCISCA

El celo por nuestra perfección debe guiarnos en el ejercicio de la santa caridad, para que en todas las cosas, pequeñas o grandes, la veamos sobresalir entre nosotros, amándonos, apoyándonos, ayudándonos, aliviándonos unos a otros y dejando nuestras comodidades detrás para buscar las de nuestros hermanos.

RASGOS DE SU VIDA

Algunos días después, el 3 de Agosto de 1604, habiendo llegado a su ciudad de Annecy, la escribió una larga carta sobre los deberes de las viudas; carta un poco general, pero muy íntima, llena de gracia, de imaginación, donde se ve el talento del Santo, y su clara y profunda penetración. 
«He visto en Roma, la dice, un árbol plantado allí por el bienaventurado Santo Domingo; todos van a verle afectuosamente, por amor del que le plantó; así, yo, que he visto en vos el árbol del deseo de santidad que nuestro Señor ha plantado en vuestra alma, le amo tiernamente, y tengo gusto en considerarle ahora, mejor que en vuestra presencia..... ¡Ah! si; este deseo, debe, Señora, mantenerse en vos, lo mismo que en la costa marítima de Génova se mantienen los naranjos, los cuales están todo el año cargados de frutos, de flores y de hojas, todo juntos. 
Después de este amable exordio, San Francisco de Sales instruye a la Señora de Chantal sobre los dos principales deberes de las viudas; uno es el amor de la viudez, «amor santo y digno de desearse, por tantas razones como estrellas tiene el cielo»; y el otro, el amor del progreso espiritual, y del adelanto animoso y constante en la virtud. Insiste después en lo necesario que la es dilatar su corazón, arrancarle de la opresión en que se ahoga, evitar los escrúpulos, los afanes, las inquietudes; porque nada, dice, impide tanto adelantar en la perfección como estas cosas; por último, la exhorta que se arrojo dulce y constantemente en las Sagradas Llagas de Jesucristo; y concluye indicándola algunas devociones, siempre con el objeto de dilatar su corazón, como el amor de nuestro Señor y el de su santa Iglesia, «esta querida y dulce paloma, dice, única y sola que puede dar palomitas al Esposo. 
Alabad a Dios, prosigue, cien veces al día por ser hija de la Iglesia, a ejemplo de la Madre Teresa*, que repetía a menudo, con extremado consuelo, en la hora de su muerte, alabanzas y gracias al Señor, por haberla hecho nacer y morir en el seno de tan buena Madre. A esta devoción, que generalmente no comprenden bastante los cristianos, quiere el Santo añada una continua oración por todos los prelados, pastores y predicadores de la Iglesia. Mirad, dice, cómo están esparcidos sobre toda la superficie de la tierra. Rogad a Dios por ellos, a fin de que salven las almas; y, rogando por ellos, os ruego no me olvidéis nunca, pues que Dios me da la firmísima voluntad de no olvidaros tampoco jamás.

Con estas recomendaciones nos quedamos en este año y haremos, en honor de Santa Juana Francisca y pidiéndole su ayuda, el propósito de seguir los consejos del Santo Obispo de Ginebra.

PETICIÓN

Amorosísimo Jesús y Dios eterno, que fortalecisteis con un espíritu de mortificación a vuestra escogida sierva Santa Juana Francisca, que decía, revestida del espíritu de fervor, la oración y la mortificación son los principales ejercicios de la Religión, habiéndose ejercitado en estas dos virtudes con mucha particularidad: os suplico, mi buen Jesús, me concedáis por vuestra escogida sierva, que mortifique todas mis acciones, palabras y pensamientos, y así merezca la gracia que os pido. Amén

PRÁCTICA

Se rezarán tres Padre Nuestros, Ave Marías y Gloria Patris a la Santísima Trinidad en obsequio del favor que la Santa recibió a lo largo de su vida y se harán durante el día las más jaculatorias que se puedan por la santificación de los sacerdotes.

Gloriosísima Santa Juana Francisca:

- Ángel de la pureza, ruega por nosotros.

- Arcángel en la solicitud del bien de las almas…

- Principado excelentísimo en la dirección espiritual y perfecta de innumerables almas…

- Potestad admirable en refrenar los sentidos y las pasiones que son los demonios que más daño nos hacen…

- Virtud prodigiosa en muchedumbre de milagros…

- Dominación sagrada en forma de criatura terrestre de angélico espíritu.

- Trono donde descansó el celestial Esposo…

- Querubín luminoso que alumbráis las acciones de vuestro instituto con vuestros escritos…

- Serafín fogosísimo en cuyo pecho imprimió el amor el Santo nombre de Jesús…

Yo, Santa mía amadísima, me gozo de los singulares dones con que nuestro dulcísimo Esposo enriqueció vuestra alma, y confiado en vuestra benignísima caridad, imploró vuestra clemencia para que me alcances del Señor que os imite en esta vida, y después os acompañe en la gloria. Amén.


Antífona

Tenía Santa Juana Francisca muy grande reputación entre todos, porque temía mucho al Señor, y no había quién hablase de ella una mala palabra.

V. Supo complacer al Señor.

R. Y el Señor se agradó de su modo de proceder.

Omnipotente y misericordioso Dios, que a la Bienaventurada Juana Francisca, abrasada en vuestro amor, la concedisteis una admirable fortaleza de espíritu para caminar en la perfección por todas las sendas de la vida espiritual, y quisisteis por su medio ilustrar a la Iglesia con una nueva familia; concédenos por sus méritos y ruegos, que así como conociendo nuestra flaqueza, confiemos en vuestra virtud, así con el auxilio de la divina gracia venzamos todo lo adverso, por nuestro Señor Jesucristo. Amén.

Nos santiguamos para finalizar


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