EN LA ESCUELA DE SANTA JUANA DE CHANTAL

 

APRENDER DEL SAGRADO CORAZÓN...


EN LA ESCUELA DE SANTA JUANA FRANCISCA FREMIOT DE CHANTAL

"¡Viva Jesús! si, mi Señor Jesús, viva y reine eternamente en nuestros corazones."

Notas íntimas de Santa Chantal, VSM.



Nos santiguamos y recitamos la oración inicial


Eterno Dios, trino y uno: pues sois tan admirable en vuestros siervos, y especialmente lo fuisteis en vuestra escogida sierva Santa Juana Francisca, a quien fortalecisteis con una fe tan clara y resplandeciente de los misterios, que los creía más ciertamente que si los viese con los ojos del cuerpo, y que hicisteis que esta fe con que fue tan ilustrada, la sirviese de lúcida antorcha para caminar segura en medio de las tentaciones que sobre esta virtud sufrió, suplicoos, Jesús mío, me concedáis por la fe de vuestra sierva una fe que me ilumine para creer cuánto me enseña la Santa Iglesia, y que me dirija en los pasos interiores de mi espíritu, y me alcance la gracia que os pido durante este mes. Amén.


CONSEJO DE SANTA JUANA FRANCISCA

Amemos al Señor y sirvámosle con temor, pero con temor amoroso, casto y filial, que tiene miedo de no agradar lo suficiente a su Esposo, de ofender a su Padre, de desagradar a este divino Amante.

RASGOS DE SU VIDA

Al enterarse que San Francisco de Sales predicaría la Cuaresma en su ciudad, el Presidente Fremiot, sabiendo cuánto se alegraría su hija de oír a un Obispo de tan gran reputación de doctrina y santidad, le escribió dándola esta noticia y convidándola a venir a Dijon.

La Santa, llena de gozo con sólo pensar los hermosos sermones que podría oír durante la Cuaresma, hizo al instante sus preparativos, y en los primeros días de Marzo de 1604 los dos Santos salían, uno de Annecy, y la otra de Montholón, en Borgoña, y se pusieron en camino para Dijon, obedeciendo cada uno a la mano invisible que los guiaba, no previendo ninguno las maravillas que preparaban.

Vamos a contar estas maravillas; pero antes es menester detenernos y recogernos: la tierra que vamos a pisar es santa; desatemos los cordones de nuestros zapatos, es decir, purifiquemos nuestras almas, elevemos nuestros espíritus y nuestros corazones a la altura de los coloquios celestiales que vamos a oír, y de los grandes y dulces espectáculos que vamos a presenciar.

Por más que se apresuró, dicen los antiguos biógrafos, no pudo llegar nuestra Santa a Dijon hasta el primer viernes de Cuaresma. La misma tarde fue a oír el sermón del bienaventurado. En cuanto le vio sentado en el púlpito, le reconoció por el mismo que Dios le había manifestado. Entonces, llena de alegría, y deseando verle, oírle y contemplarle más a su gusto, hizo poner su silla en el lado opuesto y en un sitio desde donde podía verle de frente.

Por su parte, el Santo Prelado, aunque atento a su discurso, notó a esta viuda entre todas las demás señoras, y tuvo un dulce recuerdo de su visión en el castillo de Sales. Verdad es que la atención y la acción del sermón se la hacían casi imperceptible; pero, no obstante, había podido reconocer muy bien a la persona que Dios le había manifestado en aquella ocasión, y con santa curiosidad de saber quién era, habiendo encontrado al Ilustrísimo de Bourges, le dijo: "Decidme, os ruego, quién es una señora joven, morena clara, vestida como viuda, que se pone en el sermón enfrente del púlpito y oye con tanta atención la palabra de Dios." El Ilustrísimo de Bourges se sonrió, y supo dar exacta razón de quién era; y nuestro bienaventurado se alegró mucho de saber que era su hermana, porque estos dos grandes Prelados habían empezado a contraer una generosa amistad.


PETICIÓN

Amorosísimo Jesús y Dios eterno, que fortalecisteis con un espíritu de mortificación a vuestra escogida sierva Santa Juana Francisca, que decía, revestida del espíritu de fervor, la oración y la mortificación son los principales ejercicios de la Religión, habiéndose ejercitado en estas dos virtudes con mucha particularidad: os suplico, mi buen Jesús, me concedáis por vuestra escogida sierva, que mortifique todas mis acciones, palabras y pensamientos, y así merezca la gracia que os pido. Amén

PRÁCTICA

Se rezarán tres Padre Nuestros, Ave Marías y Gloria Patris a la Santísima Trinidad en obsequio del favor que la Santa recibió a lo largo de su vida y se harán tres actos de condescendencia.

Gloriosísima Santa Juana Francisca:

- Ángel de la pureza, ruega por nosotros.

- Arcángel en la solicitud del bien de las almas…

- Principado excelentísimo en la dirección espiritual y perfecta de innumerables almas…

- Potestad admirable en refrenar los sentidos y las pasiones que son los demonios que más daño nos hacen…

- Virtud prodigiosa en muchedumbre de milagros…

- Dominación sagrada en forma de criatura terrestre de angélico espíritu.

- Trono donde descansó el celestial Esposo…

- Querubín luminoso que alumbráis las acciones de vuestro instituto con vuestros escritos…

- Serafín fogosísimo en cuyo pecho imprimió el amor el Santo nombre de Jesús…

Yo, Santa mía amadísima, me gozo de los singulares dones con que nuestro dulcísimo Esposo enriqueció vuestra alma, y confiado en vuestra benignísima caridad, imploró vuestra clemencia para que me alcances del Señor que os imite en esta vida, y después os acompañe en la gloria. Amén.


Antífona

Tenía Santa Juana Francisca muy grande reputación entre todos, porque temía mucho al Señor, y no había quién hablase de ella una mala palabra.

V. Supo complacer al Señor.

R. Y el Señor se agradó de su modo de proceder.

Omnipotente y misericordioso Dios, que a la Bienaventurada Juana Francisca, abrasada en vuestro amor, la concedisteis una admirable fortaleza de espíritu para caminar en la perfección por todas las sendas de la vida espiritual, y quisisteis por su medio ilustrar a la Iglesia con una nueva familia; concédenos por sus méritos y ruegos, que así como conociendo nuestra flaqueza, confiemos en vuestra virtud, así con el auxilio de la divina gracia venzamos todo lo adverso, por nuestro Señor Jesucristo. Amén.

Nos santiguamos para finalizar

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